HISTORIA DE LA MÚSICA CRIOLLA PERUANA

HISTORIA DE LA MÚSICA CRIOLLA PERUANA

miércoles, 17 de mayo de 2017

LA JARANA LIMEÑA



LAS JARANAS EN LIMA

He aquí algo en lo que se retrata maravillosamente el carácter divertido y curioso de los limeños. Los limeños y en particular las limeñas, encuentran ocasiones para divertirse con cualquier motivo. A veces se reúnen ocasionalmente en una casa; es el día de visita, es la casualidad o una cita y entonces comienza la conversación. Y de las conversaciones sale la música y de ella, como es natural, el baile. Y a veces este baile, según el entusiasmo de los concurrentes o de los dueños de casa, degenera en lo que nosotros llamamos “la jarana”.

A PONERSE EN “FA”

La jarana es una clase de fiesta especial. Genuina, enmarcada y nacida únicamente en este simpático ambiente limeño. Otros la llaman “Fa”. Nadie acertaría a explicar lo que significa un “fa”. Apenas sí, el buen conocedor de nuestro medio podría decir que es una fiesta popular con ciertas tendencias libertinas, a veces ilícitas y poco naturales.

Se baila desde el clásico y ya monótono vals hasta la criolla marinera. Se canta desde la canción más sentimental y tristona, hasta la más libre y preniciosa. Se conversa de todo. Podría decirse que una jarana es una miscelánea social. Allí hay de todo.

COMO NACE LA JARANA.

Las jaranas en Lima nacen espontáneamente, como todo lo que es alegría y contento. Dan ocasión a ellas un santo, un bautizo, un duelo, un buen negocio, la llegada de un ausente. A veces el motivo más baladí y más pueril de la vida. Las hay anunciadas con anticipación. Son las que recuerdan una fecha o cualquier otro acontecimiento que merezca celebrarse dignamente.

Se encuentran varios amigos. Y si uno de ellos posee la alegría de una guitarra y la mayor aún, del carácter, pues se concibe una gran jarana. En otras circunstancias es la serenata a una amiga, a la comadre o a algún amigo o pariente. Ya se sabe, se levantan los dueños de casa, agazajan a los cantantes, les hacen pasar, comienza el baile, comienza el canto y nace la jarana.

¡Qué verdaderamente encantadora es para un buen limeño, para un limeño de pura cepa, la noche pasada divirtiendose! ¡Cholito, esta noche tengo un “Fa”! ¡Llevame hombre, para divertirnos!  se dicen por la calle dos mozos divertidos. Y se arregla la hora de la cita. Si es menester, se paga la cuota por adelantado, porque también las hay de cuota, y ya tenéis una buena noche de diversión. De ésas en las cuales los dueños de casa esconden el sombrero y no dejan salir al invitado hasta las 8 ó 9 de la manaña.

Jarana (Pintura de Camilo Blas)


COMIENZA LA JARANA

Entran los invitados a la fiesta. Los saludos, las presentaciones de estilo, el primer baile – generalmente una cuadrilla (la tan venida a menos) o un vals. Unos minutos de descanso. Nuevos invitados. Nuevos bailes. El one-step, la mazurca, la polka y la marinera. Se conversa en corrillos. Las niñas se abanican, porque hace calor y porque el ambiente en la atmósfera es un poco pesado.

Son las dos de la madrugada. A esta hora llega la fiesta a su punto culminante. Y es cuando penetran a ella los huanchacos. Porque el huanchaco en Lima se vale de una serie de artimañas y estratagemas verdaderamente ingeniosas, curiosas y desvergonzadas para penetrar en las casas donde no se les conoce. Suelen llegar y preguntar por uno de los dueños de casa. Recuerdan una amistad antigua, fingen un encuentro en otra fiesta. Inventan historias, amistades, todo lo imaginables y se cuelan. ¡Es inevitable el que se cuelen!

MEDIA HORA DE BALA

¡Cholo. La jarana está que arde! 
¡Buena compadre. Hay que ver la forma de zamparse! 
¡Adentro zambo y media hora de bala! 
¡Zampate cholo, que una vez adentro nos acomodamos!
Y efectivamente comienza lo que ellos llaman media hora de bala. Hay que bailar, que tocar, que coger la guitarra y cantar, que galantear, que dirigirse a la cantina y brindar con el dueño de casa. En una palabra esto quiere decir: hacerse dueño de la situación.

LA CONVERSACIÓN Y EL FLIRT

Las parejas charlan. Las parejas bailan. Se dividen en dos categorías: las que están por merecer, es decir las que se están formando, los flirts que nacen y se comprenden y los que están ya establecidos, los que se han citado para verse en esa reunión. Son muy curiosas y sugestivas las conversaciones. En toda la extensión de la sala se sientan, formando grupos. El ambiente es de alegría y de contento. Nadie piensa allí en cosas trascendentales. Los problemas sociales, los problemas políticos, los problemas sentimentales no tienen allí su cabida ni su asiento.

Esas salas son el emporio de todo lo frívolo, de todo lo insignificante. Se discute a las actrices de cinema, se comenta el último crimen, la peste de moda, los enamoramientos conocidos. De pronto irrumpe la música en la sala. Los acordes del baile y todas las parejas a dar vueltas. Hay niñas que no bailan y jóvenes, que tampoco lo hacen. Los mayores se dirigen a la cantina y allí conversan y beben.

Jarana (Pintura de Mariano Osorio)


LA CENA

A las 4 de la madrugada se sirve la cena, en ciertas casas pueden permitirse ese lujo. La mesa muy bien arreglada. Profusión de flores y en el techo las cadenetas, formando la bandera peruana. Quitasueños y faroles chinescos. Cuadros que representan fuentes de peces, de hortalizas, de flores y de frutas.

En la mesa, las fuentes de los platos criollos invitan a comerlas. No faltan, no pueden faltar estos clásicos platos. Suelen colocarse sendos vasos de chicha. Los platos en donde se sirven las ricas viandas de la cena llevan en el fondo grabados los pricipales edificios de la capital. ¡Pasemos al comedor. Vamos a cenar! Y toda la concurrencia, cada cual con su pareja, se dirige al comedor. Ya están designados los asientos. 


¡Joven, usted por aquí, entre Carolina y Fortunata, para que las atienda usted!

¡Entre Manuela y Jacinta, usted Ramirito! Pero no vaya a estar callado como un santo mocarro.

Se comienza siempre por las Papas a la Huancaína. Tienen que ser muy picantes, sino no gustan al paladar criollo. Luego el arroz con pato. Las papas rellenas. Unos pastelitos de carne y otros de crema. Se termina con una buena taza de chocolate. A veces, con otra cosa: con un buen cólico o una peor indigestión.Y también están los bocaditos. Esto de los bocaditos es muy simpático y original. Revela muchas cosas, especialmente la predilección que sienten entre sí los invitados: "Hagame el favor, pasele al joven este bocadito" dice una de ellas, enviando una aceituna o un pedazo de queso. Es fuerza aceptar y retornar,, de lo contrario el desaire es manifiesto.

Y así nos divertimos en Lima. Da tal manera buscamos, lo amigos de la noche y de la diversión nocturna, lugares a donde pasar la velada entretenida. Bailando, flirteando, comiendo y bebiendo. No puede faltar nada. Y de cuando en cuando, algún mal intencionado en la casa donde le cobijaron en la noche y le proporcionaron diversión, hace una broma de mal gusto, un acto grosero e indecoroso y entonces lo que comenzó muy bien, entre risas y frases amables, termina muy mal, con punadas, con la policía y con algunos moretones en el cuerpo.



El presente relato es un resumen del artículo escrito por el periodista Gabriel Salvador. Es un extracto de mi colección personal de revistas Mundial, que fue editado en Lima, el 11 de Junio de 1920. La jarana es explicada desde el punto de vista del invitado, el cual no necesariamente refleja el punto de vista de los músicos en una jarana. Como sabemos, en muchas de estas jaranas los músicos estrenaban composiciones o intercambiaban estilos musicales, con sus colegas de otros barrios limeños.


Pepe Ladd, 17 de Mayo del 2017.


FUENTE BIBLIOGRÁFICA:

Salvador, Gabriel. Las Jaranas en Lima. Revista Mundial, Pag. 23. Imprenta La Opinión nacional. Lima, 11 de Junio de 1920.

No hay comentarios:

Publicar un comentario